4 de agosto de 2013

Cupid candy sugar free (7)

Capítulo 7
Msn


Eran cerca de las seis cuando Diana regresó al pisito compartido. Tenía unas ojeras marcadas y la vista le ardía. Entró sin titubeos y cruzó la estancia casi con paso militar. Lulú estaba sobre el pequeño sofá; la ignoró por completo y se metió a su cuarto cerrando y poniendo el pestillo. Se quitó los auriculares de su Ipod y enseguida se sentó frente al ordenador que rara vez apagaba porque estaba bajando algún anime.

Entró en el foro de contactos y buscó el subforo donde NohayY había escrito. Sentía todavía una opresión en el pecho y un nudo insistente la estrangulaba. Mientras abría la página decidió buscar más caramelos Cupid Candy. Pediría una bolsa nueva para Juliet y que se la quedara.

Había pasado todo el resto del día en las canchas deportivas del Campus, observando a los equipos de fútbol practicando. Cuando ya sintió que se desmayaba del sueño, regresó.



-¿Dónde están los Cupid Candy? -rebuscó una y otra vez. No había rastros de aquella golosina en la red.

Juliet dio su tercera ronda por los lugares donde creía que podía estar Diana, la buscó en la biblioteca pero no encontró ni rastro de ella, entró en todos lados, incluso en las salitas de estudio que eran más privadas y donde interrumpió un fogoso manoseo de una pareja que casi estaban acostados sobre sus apuntes. Juliet se les quedó mirando y cerró con un portazo, molesta e irritada sin saber el por qué.

Aquello le valió una amonestación por parte de uno de los funcionarios y con mal humor abandonó el lugar, entonces, sin hacer caso a su sentido común se puso a buscar por el campus, caminando, explorando bajo los árboles o en los pasillos desiertos de las facultades, esperando encontrarla al dar la vuelta a una esquina. Aunque no supiera bien que decirle, esperaba hallarla.

Pero a medida que pasaban las horas y aumentaba el frío, fue perdiendo la esperanza, de vez en cuando sacaba el móvil de su cartera y lo escrutaba por si había alguna llamada de Diana, probó a ponerse en contacto con ella pero el celular le daba la señal de apagado o fuera de cobertura.

Inspiró y su aliento formó nubecillas en el aire, se arrebujó dentro su abrigo, le estaba comenzando a doler los pies, como siempre andaba con sus botas altas de imposible tacón.

Miró en torno suyo y su corazón se disparó cuando divisó a una chica en la parada del autobús, con una larga cabellera morena. Comenzó a correr hacia ella, trotando ligeramente y se resbaló en uno de los charcos de agua que se habían cristalizado por el frío. Escuchó un chasquido y torció los labios, bajó la vista, el tacón de su calzado derecho se partió y su pie estaba ligeramente cambado.

- Mierda...-susurró, alzó los ojos, la chica que creía Diana ya se había ido.

Diana estaba dejando un mensaje e el foro:

Blue: "¿dormiste algo? ¿Te mimaron con café?", recordó que había deseado que nadie estuviera solo ese día y había sido un fracaso absoluto, al menos para ella porque sentía que estaba en medio de un desierto helado. Le puso unos muñequitos que saltaban alternadamente a los costados de un muñeco de nieve.

Hubiera querido chatear con ella. Quizás hubiera sido mejor hacer eso que haberse levantado siquiera. Volvió a minimizar la ventana y siguió buscando, esta vez indagando la barra de búsqueda. No hubo resultados- pareciera que fueran caramelos fantasma...-murmuró.

Anka estaba en medio de una reunión, aburrida y cansada, disimuladamente, desplazó los diagramas de barras que le habían proporcionado para informarla y ahogó un pequeño bostezo. Por suerte, tomó la precaución de traerse su portátil porque mientras su compañero soltaba el discurso ella podía aprovechar para hacer cosas más útiles por la humanidad.

Ingresó en el foro y arqueó las cejas por encima de sus lentes, vio que Blue estaba conectada, por curiosidad fue al tema donde había estado charlando, casi había esperado no volver a encontrarla porque los encuentros en la red siempre eran fugaces.

"Algo, cuatro horas. El café me lo hice yo con mi súper cafetera."

Juliet ingresó en el autobús mientras se masajeaba el tobillo, estaba disgustada, muerta de frío y encima no halló a Diana, tampoco entendía por qué se desesperaba de esa forma, no había razón para ello... ¿o sí?

Diana cerró su búsqueda- malditos caramelos... -mejor olvidarse de ellos. Ya los había tirado a la basura, parecía que solo le habían traído problemas.

Sonrió cuando volvió a ver el foro. Enseguida escribió: "Y yo... deseando café....tentadora"- no sabía por qué le angustiaba postear y sin embargo continuaba haciéndolo cada noche.

Anka arqueó las cejas y disimuló su sonrisa porque aquella era una reunión muy seria. "¿Tentadora?, entonces a ti no te es difícil invitarte, ¿verdad?

-Joo... ¿quieres matarme de un infarto? -sonrió con las mejillas algo calientes, pero ella en la red, era bastante valiente "no invito a desconocidas...así que te mando mi e mail por privado. Así charlamos por msn y nos conocemos."

Anka esperó unos segundos y luego contestó, a ella no le importaba chatear, era sencillo explayarse y además ya por otras circunstancias se percataba que las personas allí eran más osadas. "De acuerdo", lo malo era que después trataban de aparentar o mentían más, por ello procuraba no entusiasmarse demasiado al principio.

Diana mantuvo la sonrisa. Le gustaba conversar por aquel medio y o mejor era que no tartamudeaba con los dedos. Iba a ser su primer contacto, fuera de sus familiares, que fuera mucho mayor. Eso le agradaba, las personas maduras daban buenos consejos. Envió su e mail por mensaje privado y abrió su msn.

Anka abrió el msn y con la excusa que tenía que ir al baño se puso en pie, por supuesto no convenció a nadie porque se llevó el portátil con ella debajo del brazo y sus afilados tacones trotaron por el suelo lustrado. No le entraba remordimiento por irse, aquello era tedioso y no hacía más que repetir lo que de sobra ella sabía, no necesitaba a un asno que le rebuznara lecciones sobre contabilidad y previsiones de riesgos laborales.

Fue hasta la puerta de la salida de emergencia y la abrió, se sentó en uno de los escalones metálicos y puso el portátil sobre sus rodillas. Agregó la dirección y vio como aparecía Blue dentro de sus contactos. Le mandó un zumbido.

Justo en ese momento se estaba abriendo la puerta del piso, una maltrecha Juliet entró cojeando, muerta de frío y con los rubios cabellos pegados al rostro. Se quedó quieta unos segundos, observando como  solo Lulú venía a recibirla, la acarició mientras la caniche daba saltos en torno a ella.

Caminó despacio al pasillo y desde allí vio que la puerta de la habitación de Diana estaba cerrada, por debajo de la rendija escapaba un resquicio de luz. Así que ella había regresado pero no se molestó en ver si Juliet estaba, a lo mejor tampoco le preocupaba.

Diana no había escuchado la puerta, el solo retumbar de su corazón le mantenía sorda. Le emocionaba hablar con la nocturna NohayY. Abrió la ventanita y dudó qué poner en el espacio de escritura. Envió un zumbido y con su letrita azul, dejó un saludo corto y animoso: "Compañera de café cibernético, ¿Cómo estas?", le puso unos muñequitos que tiraban besitos.

Anka sonrió y escribió con una letra rojo oscuro, saludó con un besito y escribió "Cansada, pero me he escapado de mi reunión de trabajo por ti. ¿Y tú?"

Juliet se desnudó y se puso unos viejos pantalones vaqueros de tono rosado y una camiseta que dejaba ver el ombligo y sus femeninas caderas. Le dolía el pie pero a pesar de ello fue hasta la cocina para preparar la cena, se quedó en medio de la habitación, podía hacerlo para ella sola pero lo cierto era que le gustaba cocinar para más de una persona.

Sacó unos huevos de la nevera y cebolla, haría una sabrosa tortilla francesa y una abundante ensalada, sería para dos aunque no sabía si Diana saldría de su madriguera. Abrió una lata de cerveza y dio un trago largo, dejando que la bebida descendiera por su garganta.

"¿Una reunión?, ten cuidado...", a Diana le pareció un gesto muy bonito, si es que era cierto, "háblame de ti".

Anka se acomodó lo mejor que pudo en la escalera, algo imposible pero lo intentó, observó la frase. "¿Qué quieres saber?" porque lo que inquiría Blue podía abarcar mucho y era demasiado abstracto para su gusto.

Juliet puso la sartén la fuego, sazonó la mezcla y vertió en al aceite, dejando que aroma se alzara para inundar la cocina. Estaba concentrada, viendo como todo comenzaba a dorarse perfectamente.

Se terminó una lata y abrió otra, a medida que iba cocinando se iba dando cuenta que nunca en su vida había estado tan ansiosa por satisfacer a una persona o por que le prestara aunque fuera la mínima atención. Era extraño e incómodo, siempre en el lado donde era admirada y perseguida, pero ahora era ella la que estaba detrás de Diana.

El aroma aún no le llegaba a la morena, que, con una sonrisa mordida comenzó a escribir: "haz de cuenta que estamos una frente a la otra, tomándonos ese café... ¿de qué me hablarías si quisieras que yo te conociera?"

Anka removió el trasero porque las nalgas se le estaban durmiendo, leyó y alzó los dedos para acomodarse las lentes que ya estaban dejando la marca en el puente de su nariz.- "Sinceramente, no lo sé. Porque entonces sería una conversación demasiado egocéntrica. Creo que primero querría ir al cine y con la excusa de hablar de la película pues iríamos hablando poco a poco de nosotras. Pero si quedaras conmigo supongo que conocerse llevaría más de una cita".

Diana se echó hacia atrás en su asiento. Nunca había conocido una mujer que hablara como hombre. NohayY estaba tirando artillería pesada: "¿tienes muchas citas con chicas desconocidas de la red?", la morena alzó una ceja. Aquella mujer (si es que lo era), prefería las cosas frontales, algo que no era su estilo. Era mejor abortar la misión y calmar las aguas.

Anka rió con suavidad, siempre le ocurría lo mismo, era demasiado directa, pero era su forma de ser, con la edad no estaba para tonterías, creía cuando algo a una le llamaba la atención debía de ir a por ello, perseguirlo. Por suerte para Blue solo se estaban conociendo. "No, he tenido citas reales con mujeres que he conocido."

-Mmmm...-la morena suspiró. Sus dedos largos se movieron a velocidad: "¿y por qué ahora recurres a un foro? ¿Crees que encontrarás algo mejor que en otras ocasiones?", realmente quería saber qué opinaba.

Anka se quedó pensando en la pregunta y luego miró en torno suyo, a las paredes de cemento y a las interminables escaleras que sería difíciles de bajar con unos tacones. "Ahora mi tiempo es menor, trabajo tanto que cuando quiero invitar a alguien me resulta complicado y ya no puedo ir a locales de ambiente como antes", era lo cierto, echaba de menos el coqueteo, la seducción, mirar a los ojos. "Tuve una relación muy larga hace tiempo y creo con sinceridad que encontrar algo ya sea en la red o fuera de ella es una gran suerte"

Diana notó que el corazón saltaba con una emoción controlada. Era la respuesta que esperaba. Algo inteligente y que no sonaba desesperado. La desesperación la asustaba, aunque ella misma sufriera de eso. Volvió a suspirar. Las personas mentían mucho por la red, pero como decía su abuela "el ladrón juzga por su condición" y Diana, ingenuamente, creía en la sinceridad.

Mordisqueó los labios insistentemente: "Entonces, con tan poco tiempo, no podrías salir alguien, me sentiría bastante sola", no se había dado cuenta que había finalizado pensando en si misma. Sería horrible que le gustara y que nunca tuviera cinco minutos para dedicarle.

"Qué mala suerte tengo, ¿no?" ,le puso una sonrisa porque era algo que ella ya sabía pero no pensaba demasiado en ello porque no iba a deprimirse, que rompiera con la mujer que creía que sería su pareja para toda la vida ya había sido suficientemente duro. "Bueno, prefiero no pensar en ello, por eso siempre digo a que me dedico, no ando escondiendo nada, por ahora hago lo que puedo."

Juliet terminó la comida, cogió una bandeja y dispuso la comida en ella, un plato con una generosa porción de ensalada y la tortilla, también una lata de cerveza. Fue hasta la habitación de Diana y haciendo malabarismos, tocó en la puerta varias veces.

Diana pegó un brinco y el corazón estalló en latidos de culpabilidad. Había girado la silla como una tromba hasta que recordó que tenía el pestillo puesto- ¿pasa algo? -habló desde su posición, tapando el monitor, pensando que estaba haciendo algo malo. Frunció el ceño. No estaba haciendo nada malo. Miró a sus espaldas de nuevo.

Juliet se quedó en silencio unos segundos y apretó los labios, se estaba tragando todo su orgullo, cediendo en contra de lo que era habitual en ella- la cena- informó con calma, se preguntaba si estaba haciendo otros de sus trabajos o simplemente no quería verla.

Diana apretó los labios y se puso pálida cuando un zumbido retumbó en todo el cuarto-mierda...-masculló y se giró para contestar: "¿Y a qué te dedicas?", aquella era una pregunta crucial. Dependiendo de su profesión, sabría qué tipo de personalidad tendría, o al menos algo parecido. Se levantó de la silla, dejando la ventana minimizada para que Juliet no fuera a ver nada incriminante.

Se pegó a la puerta, poniendo su oído en la lámina. Se preguntaba por qué quería darle ahora de cenar, después de cómo la miró en la calle. Nunca se le iba a olvidar esa mirada acusadora-. Gracias, me duele la barriga...-siguió escuchando. No quería verla.

Juliet se quedó mirando la bandeja, tantas molestias para descubrir que a lo mejor sólo se encontraba mal, no era lo que ella había esperado- de acuerdo - no comentó que escuchó el sonido que hacia el msn y que era inconfundible, estaba hablando con alguien por supuesto. Sus verdes ojos relucieron bajo las espesas pestañas rubias.

Se giró y fue hasta la cocina, dejó la bandeja sobre la mesa y envolvió el plato con papel de platina. Cogió su plato y se metió en su habitación, cerró la puerta y se puso en su cama para cenar, sola.

"Llevo varias agencia de viaje, los organizo. Dedico mucho tiempo a estar de un lado a otro". Anka miró la hora, dentro de poco se acababa la reunión y debería estar presente para despedirse de todo el mundo como era debido, así eran los negocios, aunque no soportara a alguien debías de estrecharle la mano.

Diana regresó a su asiento y leyó el mensaje. Alguien que le gustaba viajar, no le sonaba a alguien fiel, si no a alguien que buscaba diversión y aventura. Definitivamente no era lo que buscaba.

"Woaoh... me impresionas", y era cierto. "Ojalá pudieras descansar más. No todo es trabajo...muchas chicas agradecerán mi consejo", se rió, pensando que ella aconsejando era una novedad.

Anka arqueó las cejas. "No lo sé, esas chicas no pueden esperar que yo siempre de el primer paso". Se puso en pie, estirándose poco a poco, suspirando. "Me tengo que ir, ya nos veremos", eso era si Diana quería pero le daba la impresión de que la había asustado.

La morena alzó una ceja porque le sonó a reproche: "hasta luego....espero verte a horas normales...", le mandó unos muñequitos dando besitos y se quedó viendo la pantalla del ordenador. Esa mujer no era para ella- Ninguna lo es...-suspiró, y se tiró en el colchón- quiero un caramelo orgásmico.

Anka apagó el ordenador con una leve sonrisa, le daba la impresión de que aquella polluela no la volvería a ver conectada. No le extraña, era lo habitual, a lo mejor debía de aparenta más pero lo cierto era que prefería ser directa, la mujer que la quisiera conocer aceptaría los riesgos, sino, bueno, ellas se lo perdían.

Se estiró la pulcra chaqueta y se dirigió al salón de reuniones, observó como algunos de sus compañeros estaban saliendo, les dirigió una inocente sonrisa, de esas de "mosquita muerta" y se paró cerca del umbral. Uno de ellos le entregó un papel.

- Creo es de tu estilo.

Anka lo examinó con cierto recelo y arqueó las cejas, era una empresa japonesa que deseaba un tour por la ciudad y pagaban bien, pero a cambio debía de estar con ellos el día entero, una especie de niñera.

Juliet termino de cenar pero no se levantó a limpiar su plato, lo dejó a un lado y se acurrucó entre los cobertores. Somnolienta, parpadeó, tratando de mantenerse despierta pero poco a poco se fue encogiendo más sobre si misma hasta parecer una pelotita de la que asomaban unos rubios cabellos. Estaba cansada de tanto caminar por el campus para  nada y luego regresar para hacer una cena que se estaba enfriando en la cocina.

- Me estoy volviendo loca -desde que entró en aquel piso, en menos de tres días, todo su mundo parecía vuelto del revés.

Diana no supo cuando se durmió, solo supo que de pronto sus ojos se abrieron como si no hubiera dormido nada, mas cuando miró la hora le colgó la mandíbula. Eran las cuatro de la mañana. Había dormido demasiado y ni se había bañado, comido o fumado. Cosas que eran rutinarias.

 Lo más sorprendente era que no había llegado a poner la calefacción y no se había congelado de milagro. Se sentó en su colchón y se estiró felinamente. Notó que la garganta le dolía como si estuviera en carne viva- lo único que me faltaría sería engriparme -no cabría mal una taza de café, una ducha tibia y un cigarrillo en el balcón.

Así procedió, no sin antes poner su msn a ver si de casualidad veía a NoahyY. No estaba. Salió a poner la cafetera y mientras el aromático café comenzaba a hacerse, ella se metió bajo el chorro de agua que la hizo gemir del gusto. Sus músculos lo agradecieron.

Juliet se despertó cuando escuchó el sonido del agua en el baño, giró el rostro y buscó el móvil sobre la mesilla de noche. Se quedó contemplando la hora en la diminuta pantalla del celular, era muy tarde y al parecer Diana se estaba duchando. "Menudas horas ha ido a elegir", volvió a enterrar el rostro entre los cojines, tratando de ignorar los sonidos para poder conciliar el sueño.

No iba a preocuparse porque Diana hubiera estado hablando con "otra" y a ella la hubiera ignorado, claro que no. Ya no se iba a molestar nunca más por aquella otaku. Frunció el ceño y comenzó a morder una esquina de su almohada como si tuviera algo personal en contra de ella.

Para cuando Diana salió, el aroma a café inundaba todo el pequeño apartamento. Se metió en su cuarto para ponerse un pijama ya que era viernes y ese día no tenía clases en ese semestre. Salió al cabo de unos minutos corriendo hacia la cocina. De sus cabellos subía una nubecilla de vapor. Llevaba una camiseta manga larga, muy vieja pero le gustaba mucho porque abrigaba bien. Abajo, unos pantalones cuadriculados en tonos amarillos y naranjas.

Y no podían faltar sus pantuflas de gallo. Encendió la luz para ver donde estaba su taza, se sirvió y cuando giró para ponerle azúcar, vio el platito cubierto con lo que Juliet había cocinado. Inclinó la cabeza y se mordió los labios. De pronto notó una opresión en el pecho. Era culpa. Tenía mucho por lo cual sentirse culpable: Había entrado sin permiso al cuarto de la rubia, le había robado un caramelo, la había besado sin consentimiento y luego, la había engañado con una chica sin rostro.

-¿Engañado? -gruñó- ni que fuéramos algo... -protestó negando enérgicamente y mirando su taza- ¿verdad que no es malo? -preguntó, como siempre, a un objeto que no podía contestar.

Juliet fue de puntillas hasta la puerta, tratando de evitar sentirse la mayor idiota del mundo. Tenía la impresión de que la observaban y se reían, todo porque quería asomarse a ver a Diana como una completa estúpida, apoyó el rostro contra la lámina de la puerta e inhaló, frunciendo el ceño.

Se giró y de nuevo fue hasta la cama donde se sentó, cruzando las piernas y los brazos sobre su pecho- ¡¿Pero qué se cree?! -no se iba rebajar a algo tan patético como inventarse una excusa para verla, claro que no, ella era mil veces mejor que cualquier mojigata.

Pero de nuevo se puso en pie, su cuerpo esbelto se movió fluidamente, los cabellos aletearon en torno a su rostro donde aquellos grandes ojos verdes resplandecían. Se apoyó de nuevo contra la puerta, repasando la madera con los dedos, acariciando- no voy a... -susurró profundamente pero uno de sus dedos fue hasta el picaporte y comenzó a girarlo.

Diana salía de la cocina en ese momento. Sobre los hombros llevaba una toalla que se enroscó al cuello como bufanda. En una mano llevaba su taza humeante y en la otra sus cigarrillos. Cuando abrió la puerta de vidrio hacia el balcón, se giró y miró la puerta de Juliet en la penumbra. Se quedó mirándola un largo rato. Volvió a cerrar, dejó la taza en el suelo junto a los Marlboros y corrió a su habitación.

Se escuchó un pequeño estropicio. La morena salió con un marcador negro y se dirigió a la puerta de la francesa.

Juliet abrió la puerta y avanzo un paso, lo primero que vio fue la punta de un marcador negro que se dirigió a un lado de su cuello, dejando una línea sobre la aterciopelada piel blanca que palpitó sorprendida. Los orbes de jade se dilataron cuando se posaron sobre el rostro de la morena y alzó una mano que dejó suspendida cerca de su clavícula.

- Ah...-fue lo único que atinó a decir porque no espera encontrarse a Diana de frente y menos justo delante de su habitación.

Diana se quedó seria, mirándola. Lo cierto era que se sentía muy sorprendida como para decir alguna mentira o actuar de modo diferente al que llevaba. Agradeció mentalmente que estuviera oscuro, así no notaría sus cambios de color. Inspiró con fuerza y llevó el marcador hacia el pequeño óvalo que era el centro de aquella flor de madera de la puerta. Con una letra redonda escribió: "Juliet", era su forma infantil de asegurarse que nadie más iba a ocupar ese cuarto mientras ella viviera allí. No quería a nadie más.

Tapó el marcador y como vino, se fue a grandes pasos ruidosos a donde estaba su café, arrojando el marcador sobre el sillón.

Unos pasos de unos pies descalzos sonaron detrás de la morena, dos largos brazos se extendieron, dos blancas manos como palomas volaron hasta la breve cintura de Diana y Juliet se abrazó a ella por la espalda. No pudo contenerse cuando vio que escribía su nombre en aquella flor, que ahora era suya y que Diana así lo reconocía.

Cerró los ojos, aliviada de tenerla de nuevo, aquellas horas separadas, con un ruin vacío entre ellas dos le supuso que perdiera su propio norte, que estuviera buscándola por todo el campus, que hubiera cocinado para ella y que saliera de la habitación tras ella como una exhalación.

Diana notó como su piel se erizaba. Tenía el sentimiento contradictorio de empujarla para que no la rodeara y al mismo tiempo, tenía ganas de girarse y apretarla contra su cuerpo hasta que le dolieran los brazos. Miró de reojo como su café se derramaba por el súbito movimiento a los costados de la taza. Sus ojos de color acaramelado se clavaron en el dibujo del corazón cruzado por una señal negra

-¿Por qué estás descalza? Hace frío -la regañó porque no sabía qué decir, la otra mano se movió, cautelosa, por su propia cintura hasta posarse sobre la de la rubia, notando como hasta la vista se le ponía borrosa porque la había echado de menos y se sentía aliviada y sensible.

Los parpados bordeados de espesas pestañas doradas se alzaron y se fijó en sus propios, pies, era cierto que el suelo estaba frío pero el calor que estaba brotando desde el centro de su pecho podía combatirlo, de hecho podría desnudarse sin sentir el aire fresco en torno a ella.

- No me di cuenta... -murmuró, el tono era de disculpa a pesar de no haber cometido ningún  pecado. Se fue separando poco a poco- ¿has comido?-casi no escuchaba sus palabras porque su corazón bombeaba apasionadamente su joven sangre.

-No... -torció los labios porque notó una punzada en medio del pecho, recordando el incidente de los caramelos que le había espantado toda intención de llevarse algo a la boca- ponte estas... -se quitó sus pantuflas de patas de gallina y se quedó con las medias- voy a fumar afuera... -le avisó, como pidiendo permiso.

Abrió la puerta y una ráfaga helada la envolvió. Se llevó un cigarrillo a la boca y lo prendió- hay café en la cocina, si quieres....pero es temprano, deberías dormir un rato más -no tenía idea si tenía clases o no.

Juliet se puso las pantuflas de Diana y se fue a su habitación, al cabo de un minuto regresó, entró en la terrazaza donde la morena fumaba, abrió los brazos y desplegó una manta rosa muy peluda, se puso sobre los hombros antes de que intentara hacerse la valiente con ella.

- No te enfermes, Diana -le susurró en un oído y se retiró, las áureas hebras de sus cabellos se movieron fantasmalmente, acariciando el cuello y los labios rosados de Juliet.

La morena giró el rostro, siguiendo la trayectoria de la alta figura que se perdía entre las sombras. Ese fue el momento en que algo hizo "clic", dentro de su cabeza. Sus ojos no perdieron ni un movimiento de aquellos cabellos, de su cintura ni de sus largas piernas. Algo dentro se abrió con doloroso ardor. Volvió a girarse y dio una calada profunda a su cigarrillo mientras miraba la ciudad dormida.

Tenía la sensación que Juliet la abrazaba y la envolvía en ese calor tierno que manaba siempre de su cuerpo. Diana empezó a preocuparse, a pesar de hacer miles de tonterías en un día, no era tonta. Sabía que algo anormal ocurría en su interior. Se bebió el café, notando sus pies helados y su mente llena de preguntas -pero a ella le gustan los hombres... -volvió a hablar con su taza.

Suspiró y se arrebujó en el cobertor, pensando que debía ir a la lavandería para no devolverlo apestoso a tabaco.



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